Capítulo 3
A horas vespertinas me dispuse a entrar en mis aposentos, relajarme con una refrescante ducha, y tras ésta, un camisón que me indicaba donde estaba mi espacio en ese momento. Me introduje felizmente sobre las sábanas de la viuda de tolrá, del ajuar comprado por mi madre, durante unos años. Y encendí la televisión para no volver a pensar en lo sucedido; sin embargo, noté vibrar el móvil y supe que un SMS había llegado a mi bandeja de entrada. Me dio pereza levantarme, pero mi curiosidad era total; así que, decidí alcanzar como pude el asa del bolso sin salir de la cama, y una vez atrapado, leí el mensaje entrante. Mi cara deslumbró al percibir que era Pablo dándome las buenas noches, y sin pensármelo, le contesté con cuatro palabras y una coma:
- “Buenas noches, mañana hablamos”
Pasado unos segundos comprendí que el insomnio iba ser mi mejor compañero de la noche, y por un momento decidí que mejor llamar a Pablo que soñar despierta. Abrí el cajón situado en la mesa más cercana a la cama y saqué un gadget de color fucsia que aún no había estrenado, regalo de una importante firma de telefonía móvil. Cuando estaba conectando el auricular al teléfono, me surgió una gran duda de si debía hacerlo o no. ¿Pero, yo soy chica de decisiones efectivas y acciones inmediatas?- me dije a mi misma. Tumbada escuché todos los mensajes que me habían dejado en el teléfono fijo de casa y… ¡sorpresa! mi madre protestando: ¿por qué no llamas? No sé nada de ti desde hace unos días. Papá dice que no le descuelgas el móvil, etc.
Salté de un brinco y apagué el contestador. Respiré hondo y profundo, y marqué el teléfono de casa de mis padres, me pareció justo llamarles y dedicarles unos minutos.
- Hola Papá, ¿qué tal? ¿y mamá? – hablé adormecidamente.
- Bien hija. Te hemos llamado varias veces y te he dejado diferentes mensajes. - Dijo mi padre en tono rancio.
- Ya, pero he tenido reuniones y sabes que no puedo coger el móvil – murmullé con voz amodorrada.
- Bueno, ¿todo está bien? ¿tienes próximamente algún viaje?, ¡sabes que tu madre se pone nerviosa cuando no sabe de ti durante varios días! Llámala, por favor, ¡no cuesta tanto!- me reprochó antes de lo que yo pensaba.
- O.k. - le dije - ¿se puede poner ahora?
- Sí, claro. Buenas noches, hija.- Se despidió mi padre.
- Buenas noches, papá. –Le comenté cuando noté su ausencia en el auricular.
- ¡Hija! Menos mal que te has acordado de tus padres. Ayer charlé con tus hijas y tampoco sabían mucho de ti. Podías contactar con alguien. ¿Te dijo tu secretaría que había llamado a la oficina?...- discutía mi madre con ferocidad.
- Pues… sí, claro, pero es que estoy muy liada con el final de mes, además, ¡sabes qué es época de mis comienzos de viaje!, ¿no?- intenté calmar la situación.
- Bueno, hija, ¿qué tal todo?- pretendió tener una conversación amigable.
- Pues, fenomenal, ¡no me puede ir mejor!- afirmé con un cambio de tono en mi voz.
- Pero, ¡cuéntame!, ¿dónde te marchas ahora?, ¡sabes que me encanta tu trabajo!- preguntaba entusiasmada mi madre.
- Pues, a primeros de Julio viajaré a París, luego a Los Ángeles, New York y Madrid, pero no me preguntes las fechas porque, ya sabes, que eso lo lleva Naomi- dije con un pequeño bostezo.
- Bien, pues nosotros estaremos el mes de Julio, como siempre en Cádiz. Así que, ¡haz un hueco de varios días en tu agenda y te vienes con los niños a pasar unos días con nosotros!- impuso la buena señora sin titubear.
- Bueno, lo intentaré; pero… -dialogué como pude ante la interrupción de mi madre.
- ¡Nada de pero! Inténtalo y me llamas. Hasta mañana, hija. – Insistió a la vez que se despedía.
- Hasta mañana madre. Besos a todos. – Me despedí con somnolencia.
Normalmente, tanta imposición hacía que me mordiese las uñas, y los nervios se apoderaran de mí; pero, ahora con la nueva pintura shellac sobre ellas, no me compensaba eliminar una obra de arte que había realizado mi colega Rachel en su estudio de belleza. Así, que sin más, me dormí.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCdH2PnURMZ5wwSLRb7990McQ-OJ8buzb2hzejodiMrlj9CSe5O8XClvnRW380Upe9i60j0VTqjpxlbohp7-88IH53rInxOpYkGII0UnWcLDcyGIJJijH9a7EIt7CCZP-ACTAiOcThlX0/s400/Esc%25C3%25A1ner_20150618.jpg)
Me fui caminando hacia la parada de metro más próxima, e hice un stop en una cafetería para un rápido desayuno, mientras leía el periódico. Me parecía un reflejo de una situación insostenible y de un pesimismo psicológico creado en todos los sectores. En cada una de las columnas del diario repetía la palabra CRISIS económica, CRISIS financiera, CRISIS mundial, CRISIS europea, CRISIS en la Bolsa… y pensé:
- ¡para qué leer el panorama en el que vivimos!
La cifra estadística del paro en los países europeos alcanzaba unos límites históricos y dí las gracias a Dios, por ser tan afortunada.
Cuando llegué a la esquina del edificio donde trabajo, miré para ambos lados; quizás, esperando un pequeño encuentro matutino con Pablo. Pero, la realidad llegó a mi mente y me alegré de que así fuese. Subí a las oficinas de Royal Protocolare Ltd. e hice una entrada muy sensual por el pasillo de la planta, a la vez que dije:
-¡Buenos días!, Lisa, ¿podrías avisar a Peter, Cocó y Clemente para dentro de un cuarto de hora en mi despacho?
- ¡Buenos días!, por supuesto, Mrs. Fernández, ahora mismo contacto con ellos.- dijo Lisa con gran amabilidad.
A la hora indicada fueron entrando uno por uno y saludando efusivamente. Nuestro trato era cordial y se apreciaba que las cosas iban bien. Preparamos todos los documentos necesarios para la convocatoria de accionistas, y delegué en Cocó todo lo concerniente al tema financiero y llevanza de cuentas para la aprobación o no de dicha fusión. Tras ello, observé que Lisa había colocado encima de mi mesa un post-it con un nombre de mujer – Catherine – y un teléfono de móvil. Me intrigó quién sería y marqué el botón uno de conexión con la mesa de Lisa y tras ella descolgar y preguntarme qué necesitaba, le comenté:
- Lisa, ¿quién es Catherine? Tienes apuntado el número del móvil, pero no me indicas la razón y además, no tengo ninguna amiga llamada así.
- Ah! Se me olvidó escribirte que ayer tarde recibiste la llamada de una señora francesa, la cual me informó que es propietaria de una firma de ropa femenina juvenil. Dijo que estaba buscando a una estilista, para un cambio de imagen global en su empresa, y que necesitaba cuanto antes que te pusieses en contacto con ella.
- Bien, y… ¿te dijo algo más?
- No, sólo eso. Insistió que fueses tú quién la llamase.
- Gracias Lisa, en breve, la llamaré.
Observé como Peter escuchaba atentamente mis respuestas, pero cómo no era muy fiable y sabía que fisgoneaba entre mis papeles, no le hice comentario alguno, al respecto.
Cuando me quedé sola en mi despacho tras haber encomendado las funciones entre mis colaboradores, me puse de pie y marqué el número del móvil de tan intrigante llamada. Siempre estaba acostumbrada a clientes particulares o empresas de sectores sociales, celebraciones de ONG, bodas de alto standing, protocolos, revistas de moda, entrega de trofeos, etc. Y mientras pensaba en ello, descolgaron el móvil diciendo:
-Aló!
- Buenos días, mi nombre es Ana Fernández, de la empresa Royal Protocolare Ltd. y me ha informado mi secretaria que me pusiera en contacto con usted lo antes posible. - Dije dándole importancia a mi pronta respuesta.
- Gracias Mrs. Fernández por llamarme. Me gustaría reunirme con usted para plantearle una necesidad imperiosa que, actualmente, tenemos en nuestras oficinas. Nuestra empresa tiene una marca patentada, de ropa juvenil femenina, llamada PORTO VELHO. La problemática está en el departamento de diseño y ¡claro!...llevamos un tiempo buscando diseñadores y…- dijo molesta y en tono francés la señora.
- Y ¿cuál es el problema? – dije para que terminara la frase anterior.
- Pues, de eso prefiero hablar en su despacho, ¡a solas! De acuerdo, ¡a solas! – insistió por dos veces tal requerimiento.
- Claro, por supuesto, déjeme mirar mi agenda… - y pasados unos segundos le comenté: “¿podría reunirse conmigo mañana a las cuatro y media de la tarde?
- Allí estaré. Muchas gracias. –me despidió dicha desconocida.
- Hasta mañana - finalicé la conversación telefónica.
Mi mente se bloqueó porque no entendí la privacidad de la cuestión, pero no quise darle mayor importancia así que, nuevamente, marqué desde el teléfono de mi oficina, el número uno, que me contactaba con Lisa y le dije:
- Confírmame, por favor, si hoy me puedo ausentar a partir de las cuatro.
- Pues, ¡déjame que mire!- creo que si te adelanto la elección de los vestidos para Anna Digne y su hermana Clara, para el próximo evento organizado por la firma Burberry (http://es.burberry.com/) en colaboración con la galería de arte contemporáneo Serpentine (http://www.serpentinegalleries.org/, y a la vez, organizas con Peter el reportaje y entrevista exclusiva con la heredera del imperio italiano Minotssi; ¡quizás, te puedas marchar! – me advirtió inciertamente mi confidencial colega.
- Pues, contacta con Peter y que se reúna conmigo lo antes posible. Dile que a las cuatro en punto tengo un compromiso fuera de las oficinas. – Hablé rotunda y decididamente.
Mientras, Lisa gestionaba mi última petición, noté vibrar el bolso. Me levanté de un salto de la silla, cual acróbata circense, y aprecié quién era. Sólo leer el nombre y apodo que le había escrito, ya me temblaba la voz: Pablo, el incorregible.
- ¿Diga?- contesté disimulando.
- ¡Hola, soy yo! – con tono frágil.
- Hola Pablo, ¿qué tal? ¿estás trabajando?- pregunté absurdamente.
- Pues, lo intento; pero, resulta que me he acordado del día de ayer y me pregunto cuándo vamos a repetirlo- insinuó directamente.
- ¡Bien! …pues ¿cuándo quieras o puedas?- sonreí a la vez que titubeé.
- Hoy – dijo Pablo con gran énfasis en dicha palabra.
- Vale, probablemente salga a las cuatro, te lo confirmo y nos tomamos un té.
- Perfecto, espero tu mensaje.
- See you later! – dije con un halo de felicidad en mi mirada perdida observando un cielo azul con nubes de algodón de color blancas desde gran la ventana de despacho.
- Have a good day!- me contestó mi incorregible y adorable amigo.
En ese momento e interrumpiendo un simbólico segundo de un tiempo infinito, que casi alcanzaba la sensación de hacerle vivir a uno, un sentimiento de placer casi extasiado, aporrearon en la puerta, con un “SORRY”.
- Entra Peter – dije con ceño fruncido mientras lo veía de cuerpo entero delante de mi mesa.
- Me ha comentado Lisa que te marchas antes de las cuatro, así que dispuesto a comenzar la selección de prendas para las clientas – dijo con su característico tono agridulce mi enigmático director de moda.
Fluía el trabajo creativo de ambos con una facilidad envidiable y los percheros se completaban con diseños seleccionados, cuales obras de artes fueran, de diferentes casas de moda, separados según los gustos, estilos y caracteres de las clientas que iban a lucirlos. Cada quince minutos, y sin percibirlo, levantaba el brazo izquierdo para observar la hora exacta de cada instante vivido y el acercamiento a la hora de salida del trabajo para volver a reunirme con Pablo. Detalle apreciado por el observador Peter, quién tiernamente me miró a los ojos y me dijo:
“Don´t be afraid to fail. Be afraid not to try”
(No tengas miedo al fracaso. Ten miedo a no intentarlo)
Mi asombrosa cara reveló signos de contradicción. ¿Cómo me podía decir eso? ¡Acaso yo había comentado algo con mis compañeros! ¿Puede un tierno beso dejar tanta huella? ¿Y cómo sería antes mi cara para reflejar ahora tanta ilusión? Supuse que eran demasiadas cuestiones sin aclararlas, y decidí preguntarle:
- Peter, ¿por qué me has dicho esa frase?
- Ana, ¡sólo hay que mirarte para ver el brillo de tus ojos! – exclamó mi súbdito- Aprecio de ayer a hoy un cambio significativo… ¿no sé por qué? pero tienes esa mirada encendida, esa sonrisa nerviosa y pendiente constantemente del móvil. No sabemos mucho de ti en la oficina, pero tu estrés era por trabajo, por problemas familiares y por tus asiduos viajes, un día te levantas y trabajas en París o Londres otro día asistes a la audición de violoncello de tu hija, pasando previamente por las oficinas centrales de Madrid, organizando eventos en cualquier parte del mundo y acompañando a tus clientes. Hoy has entrado como si un tsunami te hubiera elevado de las profundidades al exterior.
- Pero, Peter, es increíble que precisamente tú me digas esto. Apenas dialogamos que no sea por motivos estrictamente laborales; no obstante, me alegra saber tu percepción y te agradezco enormemente que me aconsejes con tan buenas opiniones. Esa frase es increíble, ¡de verdad que así lo pienso!
- Perdona Ana, pero mi experiencia en la vida no ha sido como un camino de rosas, he muerto y resucitado muchas veces, pero hay que vivir con intensidad y debes pensar que no siempre todo lo que está a tu alrededor va a existir. Recuerda esto:
“Everything in life is temporary. So if things are going good, enjoy it because it won´t last forever. And if things are going bad, don´t worry. It can´t last forever either.”
(Todo en la vida es temporal. Así que si las cosas van bien, disfrútala porque no va a durar para siempre. Y si las cosas van mal, no te preocupe. No puede durar para siempre)
- ¡Uffff!- dije sin más, mirando el reloj.
Peter me agarró suavemente la muñeca, fijando su mirada en la hora y me dijo de nuevo, una mediática frase:
- “No mires hacia atrás a menos que puedas sonreir, no mires hacia el futuro a menos que puedas soñar”
Mientras giraba para salir por la puerta del showroom en el que nos encontrábamos con amable sonrisa nos dijimos un ¡hasta luego!, de gran complicidad, que me supo a gloria. Pero un repentino huracán proveniente de la apertura de la puerta hizo que mi cabeza girase y volviese a apreciar la silueta de dicho personaje.
- Peter ¿qué más me vas a decir?- dije sonriente.
- Llama a Lisa y confirma la asistencia para dos en el Royal Opera House, debes asistir al concierto de Rusia Romántica. Y voy a decirte qué traje debes de llevar puesto, maquillaje y peinado; avisa a tu acompañante para que no se descuide en el atuendo.
- Ja,ja,ja -solté una carcajada.
Alcancé mi móvil y marqué sin titubear a Pablo, mientras el sonido de llamada marcaba, mi respiración se entrecortaba y es que puedo asegurar, que nunca antes me había sucedido algo así.
- Hola- me dijo con voz baja y algo nerviosa.
- Hola Pablo- dije con gran seguridad.
- ¿Te gusta la ópera?- pregunté antes de confirmar nuestra asistencia a dicho evento.
- Me encanta Ana, ¿has conseguido entradas para Rusia Romántica?
- Sí- dije con gran afirmación- observo que estás totalmente al día de las carteleras y estrenos; así que si te parece bien, nos tomamos un té en algún histórico lugar de esta maravillosa ciudad y concretamos para esta noche,¿o.k.?
- Perfecto, pues ¿te parece bien que nos veamos a las cuatro y cuarto en el hall de tu edificio de oficinas?
- Sí, claro, abajo estaré a esa hora.
- Hasta dentro de un rato, Ana.
- Pues hasta luego, viejo amigo.
Me levanté de mi asiento y me acerqué a los despachos de cada uno de mis colegas de equipo para comprobar que el trabajo salía para adelante sin problema alguno y es que, de los ingleses hay mucho que aprender, sobretodo en la rigurosidad y puntualidad de las fechas planificadas en los proyectos que se van ejecutando; pero, también ellos deben de aprender mucho del carácter español, y valorar los esfuerzos con celebraciones y no sólo con beneficios a final de año.
Caminando por el pasillo escuché una voz varonil con toque humorístico que decía:
- Mrs. Fernández la necesito en vestuarios.- ahí estaba Peter, con su aire british del buen vestir hecho un pincel y queriendo convertirme en una gran reina.
- Soy toda tuya, Peter- dije sonriendo y con aires de grandeza.
Los minutos transcurrieron con risas y diversión, ¡qué diferente es estar en el otro lado de la película!, que sugieran tu estilo o disimulen tus imperfecciones con colores, rayas verticales, cortes asimétricos, tejidos de gasas con gran caída, para alargar la figura, o vaporosos, con toque princesa y escotes de ensueño según el rostro de cada una.
Y es que no podemos olvidar el aspecto socioeconómico de la moda, de nombres históricos y revolucionarios del mundo textil, con una cronología en el tiempo, dónde según el vestir de la época reconoces la clase social o estamental de la persona que lo lleva. Mientras me probaba diseños de marcas, comenté con Peter los fabulosos bordados de los siglos XVI y XVII, en petos y jubones, los chapines o zapatos de plataforma, diseñados para que las damas no se mancharan las faldas de barro y algunos tenían una elevación sobre el suelo de unos 50 cms. Nos imaginábamos ambos en la corte de Luis XIII de Francia, yo describí a Peter vestido con un conjunto de jubón y calzas de satén de seda, valonas y puñetas de encaje con guantes largos bordados, un gran sombrero de ala ancha con pluma y botas acampanadas con vueltas de encajes de aspecto opulento, muy a la moda de la época parisina del siglo XVII. Mientras que Peter, me introducía por mi fisionomía en una moda neoclásica que se inspiraba en la sencillez de la Grecia y la Roma Clásicas; con un look de talle alto con corte imperio en tejido fino de tono claro, un juboncillo “Spencer”, chal de cachemira de dibujos de palmas de la región asiática y capota con flores silvestres de la campiña.
Probándome un vestido vintage con zapatos de piel dorada, que recordaba a los años locos de la década de 1.920, me vino a la mente una mujer que admiro desde mis estudios de diseño, Madamme Gabrielle Chanel “Coco”, quién logró revolucionar la moda femenina con su “Little black dress” completado con ristras y ristras de collares de perlas; descubrió una silueta más libre y natural y convirtió en distinción una marca que se mantiene en el firmamento de la alta costura. Y siempre tengo presente que mi intensa dedicación al selecto mundo de la moda, me impide llevar una vida de pareja convencional, como le pasó a esta gran dama, quién se entregó, apasionadamente a sus experiencias amorosas.
Además, el día en que murió Coco, pues nací yo.
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