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miércoles, 24 de junio de 2015



Capítulo 4: BOMBYX MORI

        A la hora exacta de mi cita me encontraba en el ascensor del edificio bajando al hall para encontrarme con Pablo. Recordé que tenía que avisar a Lisa para que enviase a mi domicilio la ropa y los zapatos que me pondría en el evento de esa noche; mientras, un tremendo nerviosismo invadió mi cuerpo y sentí un cosquilleo de estómago, como si diez Bombyx mori o gusanos de seda,  se hubiesen despertado en mi interior. Respiré profundamente y conseguí apoderarme de la situación. Cuando el elevador se paró en la planta baja y se abrieron las puertas, únicamente aprecié la silueta varonil de mi viejo amigo. 

- Hola, ¿qué tal?- dijo Pablo mientras me saludaba con un beso en la mejilla.
- Hi! Fine, and you?- contesté muy risueña en inglés.
- Pues dime, ¿dónde nos tomamos ese té británico o café que me has dicho por teléfono?
- Un lugar único y con encanto. ¿Nos vamos andando o prefieres metro?, pregunté.
- Prefiero andar, hace una tarde agradable, pero tú mandas- insinuó.
- ¡Genial!

        Comenzamos el trayecto dirección hacia Salters’ Hall Ct. para continuar por King Willian St. y cruzar el río Támesis por el puente de Londres, para llegar a Shad Thames. En veinte minutos, habíamos llegado a nuestro destino sin apenas darnos cuenta entre risas, preguntas, respuestas y cotilleos. 

- Butler's Wharf Chop House, ¡nuestro destino!. He reservado en la terraza una mesita para un café y un delicioso postre con vista al maravilloso Tower Bridge. ¿Te parece buena opción?- dije.

- Mejor imposible, y ...muy gourmet- afirmó Pablo.

        Nada más entrar, un serio pero amable camarero, nos condujo a nuestra mesa y cuando nos preguntó qué íbamos a tomar, me adelanté a Pablo pidiendo:

  “One ristretto and one latte coffee with Bramley Apple pie and sticky toffee pudding, thank you”.

Miré su cara de sorpresa y con gran expectación esperé a ver qué me decía.

- Ufff… pero ¡si recuerdas cómo me gusta mi café!
- ¡Claro!, ¿Por qué no lo iba a recordar? 
- Han pasado muchos años y podías haberlo olvidado.
- Ya. Pero, recuerdo una tarde en la que un chico incorregible tomó prestado en una cafetería una taza de porcelana blanca con las medidas de cantidad de café y sus nombres en italiano y dicha taza apareció en mi mochila por error.
- Jajaja ¡lo acabo de recordar!
- Pues a mí no se me ha olvidado.
- Perdón, eran otras edades.

       Mientras conversábamos amigablemente el camarero nos sirvió y degustamos una repostería exquisita en un marco incomparable, con vistas al río y al maravilloso puente londinense levadizo con sus dos torres de sesenta y cinco metros de altura. Mi culto amigo y gran aficionado al cine me nombró películas como Sherlock Holmes, La momia, Harry Potter y la Orden del Fénix, entre otras, en las que salía dicho monumento. Conversando me vino a la mente que no había contactado con Lisa y disculpándome, le dije:

- Oh! Acabo de acordarme que debo llamar a la oficina – y mientras marcaba en el móvil levanté mi mirada hacia sus ojos y volvieron a aparecer cientos de gusanos en mi interior.
- Lisa, perdona, necesito que me lleven a mi dirección la maleta que dejé en mi despacho, el portero ya está informado de ello.
- Mrs. Fernández, la maleta ya la tiene en su piso.
- ¡qué efectividad!, gracias.

      Descolgué el móvil mirando a Pablo de reojo y aprecié un gesto con su cámara del móvil, y una sonrisa pícara que me focalizada.

- Pablo, ¿no me habrás hecho una foto, no?- dije con tono humorístico.
- Pues sí, lo has adivinado. Simplemente quería tener una – me afirmó él.
- Bueno, es que no me gusta, pero… ok- comenté a la vez que me reía.
- Por cierto, no la vayas a mandar a ninguna red social – volví a mirarlo con cara de “espero que no lo hayas hecho aún”.
- Ja, ja, ja ¿cómo eres?, no has cambiado nada- insistió con su tímida mirada.
- Pues no, soy la misma y aunque llevo una vida algo caótica siempre la tengo controlada, aunque deberías de saber más aspectos de vida – dije a mi amigo con cierto aire de intriga.
- Y, ¿a qué esperas para contármelo?, necesito saber todo de ti y recuperar los años perdidos. – susurró en voz baja cerca de mi pabellón auditivo.

        Giré mi cara a la izquierda adosando mi barbilla a la suya y mi pulso se aceleró, junto con un cosquilleo estomacal, provocando en mí una necesidad imperiosa de un pasional beso, una inolvidable caricia o una seductora mirada. Acaricié lentamente su rostro con mis dedos hasta llegar al labio inferior sin que nuestras entrelazadas miradas se perturbaran, fueron segundos mágicos y únicos, en los que una despistada brisa atravesó un estrecho espacio generado por ambos cuerpo,  que para nada impidió, ese momento sensual de unir sus labios con los míos. Fue único, ardiente, irresistible e impulsivo. Después de sentir ese “grandioso” instante, respiré hondo y miré fijamente a Pablo, quién me había cogido la mano y me la acariciaba. No supe que decir, pero en mi interior había ganas de amar, de seducir, de conquistar,… me dije a mí misma: “AMO a este hombre”. Y le sonreí con gran complicidad.

- Ana, ¡tus besos son inimitables! Nadie me ha besado nunca así, he sentido algo único… ¡quiero muchos más! –expresó con un ronca voz.
- Vaya, pues quizás tengas más. –comenté avergonzada.
- Muchos más.- apuntó Pablo.

    Ambos sonreímos y hablamos de viajes, de trabajo, de dificultades, pero también, de proyectos e inquietudes. Hablé largo y tendido de la moda, las modelos más cotizadas en este momento, de las medidas y siluetas de vértigo de alguna de ellas, del front row, de la influencia del cine o de las obras de arte, de la cultura, de las primeras damas y las aristócratas, etc. Reconocí que el estilo de la mujer actual es más cómodo, práctico, urbano y casual; pero, ¡cuán magníficos fueron los modelos de New Look de 1947 de Christian Dior!, quién llenó la vida de fantasía con su primera colección de Alta Costura en París, realzando el busto, ciñendo las cinturas y creando faldas de bailarinas. Y es que no debemos de olvidar que Dior se burló de la pobreza y de la falta de tejido de la posguerra. Y es que yo me planteo en la situación actual de “CRISIS” ser una revolucionaria de la moda y adoptar ese estilo romántico, aunque implique volver a un corsé y a los forros de la Belle Époque, ser una vendedora de sueños sobre tacones de aguja y sombreros tipo platillo volante. 


     Todo este enfoque nos proyectó en temas políticos, en la moneda única y ver otras situaciones económicas en otros puntos de Europa.

        Hubo momentos de ternura y de delicadas palabras personales, entre ambos, que transmitían cruce de destinos y de años de silencio. Pero, siempre con ese toque de humor que inevitablemente tiene la gente del sur, aunque puede llegar a ser tan pasional y erótico sólo con una mirada. 

      En uno de esos instantes y apreciando un cielo londinense en tono “royal blue”, hice un gesto al camarero para que me cobrara de mi “credit card”. Pablo intentó que el camarero le cobrase a él, pero mi fija y penetrante mirada sobre dicho señor, hizo que éste, no se lo pensara. Y, mientras firmaba el ticket de la consumición, ratifiqué sin más:

- Pablo como el Hotel ME en el que te alojas está muy cerca del Royal Opera House cuya dirección es Bow St., Covent Garden, si te parece nos vemos a las siete y media en la terraza-bar del anfiteatro. 
- Perfecto, allí estaré.- dijo con cierta entonación en sus palabras.

http://www.melia.com/es/hoteles/reino-unido/londres/me-london/index.html

   Mientras salíamos de Butler's Wharf Chop House despidiéndonos de los camareros y aproximándonos a la parada de metro más próxima para ir a nuestros diferentes destinos, Pablo me arrulló en un tierno abrazo con un dulce y largo beso, y allí permanecían nuevamente instalados en mi barriga esos “Bombyx mori”. 

- Adiós, amigo- dije alejándome lentamente y separando poco a poco su mano de la mía.
- Adiós, algo más que amiga- insinuó él.

  Y pasando mi Oyster card por el lector amarillo de la estación, miré para detrás, y allí estaba él, mirándome, y haciéndole un gesto de extrañeza con mi cara, le dije con sonrisa modesta:

- Recuerda, ¡puntualidad británica y gentleman en vestimenta!, bye bye.

  Y me perdí entre la gente por el subterráneo.


jueves, 18 de junio de 2015

BE AFRAID NOT TO TRY! Cuatro Palabras y una coma) III cap.



Capítulo 3

BE AFRAID NOT TO TRY!

A horas vespertinas me dispuse a entrar en mis aposentos, relajarme con una refrescante ducha, y tras ésta, un camisón que me indicaba donde estaba mi espacio en ese momento. Me introduje felizmente sobre las sábanas de la viuda de tolrá, del ajuar comprado por mi madre, durante unos años. Y encendí la televisión para no volver a pensar en lo sucedido; sin embargo, noté vibrar el móvil y supe que un SMS había llegado a mi bandeja de entrada. Me dio pereza levantarme, pero mi curiosidad era total; así que, decidí alcanzar como pude el asa del bolso sin salir de la cama, y una vez atrapado, leí el mensaje entrante. Mi cara deslumbró al percibir que era Pablo dándome las buenas noches, y sin pensármelo, le contesté con cuatro palabras y una coma:

- “Buenas noches, mañana hablamos”

  Pasado unos segundos comprendí que el insomnio iba ser mi mejor compañero de la noche, y por un momento decidí que mejor llamar a Pablo que soñar despierta. Abrí el cajón situado en la mesa más cercana a la cama y saqué un gadget de color fucsia que aún no había estrenado, regalo de una importante firma de telefonía móvil. Cuando estaba conectando el auricular al teléfono, me surgió una gran duda de si debía hacerlo o no. ¿Pero, yo soy chica de decisiones efectivas y acciones inmediatas?- me dije a mi misma. Tumbada escuché todos los mensajes que me habían dejado en el teléfono fijo de casa y… ¡sorpresa! mi madre protestando: ¿por qué no llamas? No sé nada de ti desde hace unos días. Papá dice que no le descuelgas el móvil, etc.

  Salté de un brinco y apagué el contestador. Respiré hondo y profundo, y marqué el teléfono de casa de mis padres, me pareció justo llamarles y dedicarles unos minutos.

- Hola Papá, ¿qué tal? ¿y mamá? – hablé adormecidamente.

- Bien hija. Te hemos llamado varias veces y te he dejado diferentes mensajes. - Dijo mi padre en tono rancio.

- Ya, pero he tenido reuniones y sabes que no puedo coger el móvil – murmullé con voz amodorrada.

- Bueno, ¿todo está bien? ¿tienes próximamente algún viaje?, ¡sabes que tu madre se pone nerviosa cuando no sabe de ti durante varios días! Llámala, por favor, ¡no cuesta tanto!- me reprochó antes de lo que yo pensaba.

- O.k. - le dije - ¿se puede poner ahora?

- Sí, claro. Buenas noches, hija.- Se despidió mi padre.

- Buenas noches, papá. –Le comenté cuando noté su ausencia en el auricular.

- ¡Hija! Menos mal que te has acordado de tus padres. Ayer charlé con tus hijas y tampoco sabían mucho de ti. Podías contactar con alguien. ¿Te dijo tu secretaría que había llamado a la oficina?...- discutía mi madre con ferocidad.

- Pues… sí, claro, pero es que estoy muy liada con el final de mes, además, ¡sabes qué es época de mis comienzos de viaje!, ¿no?- intenté calmar la situación.

- Bueno, hija, ¿qué tal todo?- pretendió tener una conversación amigable.

- Pues, fenomenal, ¡no me puede ir mejor!- afirmé con un cambio de tono en mi voz.

- Pero, ¡cuéntame!, ¿dónde te marchas ahora?, ¡sabes que me encanta tu trabajo!- preguntaba entusiasmada mi madre.

- Pues, a primeros de Julio viajaré a París, luego a Los Ángeles, New York y Madrid, pero no me preguntes las fechas porque, ya sabes, que eso lo lleva Naomi- dije con un pequeño bostezo.

- Bien, pues nosotros estaremos el mes de Julio, como siempre en Cádiz. Así que, ¡haz un hueco de varios días en tu agenda y te vienes con los niños a pasar unos días con nosotros!- impuso la buena señora sin titubear.

- Bueno, lo intentaré; pero… -dialogué como pude ante la interrupción de mi madre.

- ¡Nada de pero! Inténtalo y me llamas. Hasta mañana, hija. – Insistió a la vez que se despedía.

- Hasta mañana madre. Besos a todos. – Me despedí con somnolencia.

  Normalmente, tanta imposición hacía que me mordiese las uñas, y los nervios se apoderaran de mí; pero, ahora con la nueva pintura shellac sobre ellas, no me compensaba eliminar una obra de arte que había realizado mi colega Rachel en su estudio de belleza. Así, que sin más, me dormí.


A la mañana siguiente, apagué el despertador con gran energía, planté sobre el suelo mi pie derecho y con entusiasmo me acerqué al vestidor, fue inevitable que mi primer pensamiento fuera la entrada triunfal de Pablo en el ascensor y descubrí que tenía que ponerme ideal, por si nuevamente aparecía en dicho elevador tan atractivo hombre de cuerpo escultural, ojos verdes con pelo castaño y ondulado. Así que me decanté por una minifalda fruncida con una ancha cinturilla, a juego con una cazadora tipo bomber de estampado liberty, combinada con punto en color azul Klein, y top tipo halter, confeccionado en crepe en igual tono y con gran lazada en el cuello, zapatos tipo cuña con tiras de cuero abrochados con cadena en el tobillo, un gran brazalete de cuero marrón con flor camelia en centro y una cartera-documentos, de tamaño A4, del mismo tono que el brazalete y diseño similar a un sobre de correo postal, realizado por mí, en mis años de estudios en la escuela de moda de Londres. Un efecto vistoso y a la vez juvenil, para un día de trabajo en la City. 





  Me fui caminando hacia la parada de metro más próxima, e hice un stop en una cafetería para un rápido desayuno, mientras leía el periódico. Me parecía un reflejo de una situación insostenible y de un pesimismo psicológico creado en todos los sectores. En cada una de las columnas del diario repetía la palabra CRISIS económica, CRISIS financiera, CRISIS mundial, CRISIS europea, CRISIS en la Bolsa… y pensé:
- ¡para qué leer el panorama en el que vivimos! 
La cifra estadística del paro en los países europeos alcanzaba unos límites históricos y dí las gracias a Dios, por ser tan afortunada. 


  Cuando llegué a la esquina del edificio donde trabajo, miré para ambos lados; quizás, esperando un pequeño encuentro matutino con Pablo. Pero, la realidad llegó a mi mente y me alegré de que así fuese. Subí a las oficinas de Royal Protocolare Ltd. e hice una entrada muy sensual por el pasillo de la planta, a la vez que dije: 

-¡Buenos días!, Lisa, ¿podrías avisar a Peter, Cocó y Clemente para dentro de un cuarto de hora en mi despacho? 

- ¡Buenos días!, por supuesto, Mrs. Fernández, ahora mismo contacto con ellos.- dijo Lisa con gran amabilidad.

  A la hora indicada fueron entrando uno por uno y saludando efusivamente. Nuestro trato era cordial y se apreciaba que las cosas iban bien. Preparamos todos los documentos necesarios para la convocatoria de accionistas, y delegué en Cocó todo lo concerniente al tema financiero y llevanza de cuentas para la aprobación o no de dicha fusión. Tras ello, observé que Lisa había colocado encima de mi mesa un post-it con un nombre de mujer – Catherine – y un teléfono de móvil. Me intrigó quién sería y marqué el botón uno de conexión con la mesa de Lisa y tras ella descolgar y preguntarme qué necesitaba, le comenté:

- Lisa, ¿quién es Catherine? Tienes apuntado el número del móvil, pero no me indicas la razón y además, no tengo ninguna amiga llamada así.

- Ah! Se me olvidó escribirte que ayer tarde recibiste la llamada de una señora francesa, la cual me informó que es propietaria de una firma de ropa femenina juvenil. Dijo que estaba buscando a una estilista, para un cambio de imagen global en su empresa, y que necesitaba cuanto antes que te pusieses en contacto con ella. 

- Bien, y… ¿te dijo algo más?

- No, sólo eso. Insistió que fueses tú quién la llamase. 

- Gracias Lisa, en breve, la llamaré.

  Observé como Peter escuchaba atentamente mis respuestas, pero cómo no era muy fiable y sabía que fisgoneaba entre mis papeles, no le hice comentario alguno, al respecto.

  Cuando me quedé sola en mi despacho tras haber encomendado las funciones entre mis colaboradores, me puse de pie y marqué el número del móvil de tan intrigante llamada. Siempre estaba acostumbrada a clientes particulares o empresas de sectores sociales, celebraciones de ONG, bodas de alto standing, protocolos, revistas de moda, entrega de trofeos, etc. Y mientras pensaba en ello, descolgaron el móvil diciendo: 

-Aló!


- Buenos días, mi nombre es Ana Fernández, de la empresa Royal Protocolare Ltd. y me ha informado mi secretaria que me pusiera en contacto con usted lo antes posible. - Dije dándole importancia a mi pronta respuesta.


- Gracias Mrs. Fernández por llamarme. Me gustaría reunirme con usted para plantearle una necesidad imperiosa que, actualmente, tenemos en nuestras oficinas. Nuestra empresa tiene una marca patentada, de ropa juvenil femenina, llamada PORTO VELHO. La problemática está en el departamento de diseño y ¡claro!...llevamos un tiempo buscando diseñadores y…- dijo molesta y en tono francés la señora.

- Y ¿cuál es el problema? – dije para que terminara la frase anterior.

- Pues, de eso prefiero hablar en su despacho, ¡a solas! De acuerdo, ¡a solas! – insistió por dos veces tal requerimiento.

- Claro, por supuesto, déjeme mirar mi agenda… - y pasados unos segundos le comenté: “¿podría reunirse conmigo mañana a las cuatro y media de la tarde?

- Allí estaré. Muchas gracias. –me despidió dicha desconocida.

- Hasta mañana - finalicé la conversación telefónica.

  Mi mente se bloqueó porque no entendí la privacidad de la cuestión, pero no quise darle mayor importancia así que, nuevamente, marqué desde el teléfono de mi oficina, el número uno, que me contactaba con Lisa y le dije:

- Confírmame, por favor, si hoy me puedo ausentar a partir de las cuatro. 

- Pues, ¡déjame que mire!- creo que si te adelanto la elección de los vestidos para Anna Digne y su hermana Clara, para el próximo evento organizado por la firma Burberry (http://es.burberry.com/) en colaboración con la galería de arte contemporáneo Serpentine (http://www.serpentinegalleries.org/, y a la vez, organizas con Peter el reportaje y entrevista exclusiva con la heredera del imperio italiano Minotssi; ¡quizás, te puedas marchar! – me advirtió inciertamente mi confidencial colega.

- Pues, contacta con Peter y que se reúna conmigo lo antes posible. Dile que a las cuatro en punto tengo un compromiso fuera de las oficinas. – Hablé rotunda y decididamente. 

  Mientras, Lisa gestionaba mi última petición, noté vibrar el bolso. Me levanté de un salto de la silla, cual acróbata circense, y aprecié quién era. Sólo leer el nombre y apodo que le había escrito, ya me temblaba la voz: Pablo, el incorregible.

- ¿Diga?- contesté disimulando.

- ¡Hola, soy yo! – con tono frágil.

- Hola Pablo, ¿qué tal? ¿estás trabajando?- pregunté absurdamente.

- Pues, lo intento; pero, resulta que me he acordado del día de ayer y me pregunto cuándo vamos a repetirlo- insinuó directamente.

- ¡Bien! …pues ¿cuándo quieras o puedas?- sonreí a la vez que titubeé.

- Hoy – dijo Pablo con gran énfasis en dicha palabra.

- Vale, probablemente salga a las cuatro, te lo confirmo y nos tomamos un té.

- Perfecto, espero tu mensaje.

- See you later! – dije con un halo de felicidad en mi mirada perdida observando un cielo azul con nubes de algodón de color blancas desde gran la ventana de despacho.

- Have a good day!- me contestó mi incorregible y adorable amigo.

  En ese momento e interrumpiendo un simbólico segundo de un tiempo infinito, que casi alcanzaba la sensación de hacerle vivir a uno, un sentimiento de placer casi extasiado, aporrearon en la puerta, con un “SORRY”.

- Entra Peter – dije con ceño fruncido mientras lo veía de cuerpo entero delante de mi mesa.

- Me ha comentado Lisa que te marchas antes de las cuatro, así que dispuesto a comenzar la selección de prendas para las clientas – dijo con su característico tono agridulce mi enigmático director de moda.

  Fluía el trabajo creativo de ambos con una facilidad envidiable y los percheros se completaban con diseños seleccionados, cuales obras de artes fueran, de diferentes casas de moda, separados según los gustos, estilos y caracteres de las clientas que iban a lucirlos. Cada quince minutos, y sin percibirlo, levantaba el brazo izquierdo para observar la hora exacta de cada instante vivido y el acercamiento a la hora de salida del trabajo para volver a reunirme con Pablo. Detalle apreciado por el observador Peter, quién tiernamente me miró a los ojos y me dijo:

“Don´t be afraid to fail. Be afraid not to try”

(No tengas miedo al fracaso. Ten miedo a no intentarlo)


  Mi asombrosa cara reveló signos de contradicción. ¿Cómo me podía decir eso? ¡Acaso yo había comentado algo con mis compañeros! ¿Puede un tierno beso dejar tanta huella? ¿Y cómo sería antes mi cara para reflejar ahora tanta ilusión? Supuse que eran demasiadas cuestiones sin aclararlas, y decidí preguntarle:

- Peter, ¿por qué me has dicho esa frase?

- Ana, ¡sólo hay que mirarte para ver el brillo de tus ojos! – exclamó mi súbdito- Aprecio de ayer a hoy un cambio significativo… ¿no sé por qué? pero tienes esa mirada encendida, esa sonrisa nerviosa y pendiente constantemente del móvil. No sabemos mucho de ti en la oficina, pero tu estrés era por trabajo, por problemas familiares y por tus asiduos viajes, un día te levantas y trabajas en París o Londres otro día asistes a la audición de violoncello de tu hija, pasando previamente por las oficinas centrales de Madrid, organizando eventos en cualquier parte del mundo y acompañando a tus clientes. Hoy has entrado como si un tsunami te hubiera elevado de las profundidades al exterior. 

- Pero, Peter, es increíble que precisamente tú me digas esto. Apenas dialogamos que no sea por motivos estrictamente laborales; no obstante, me alegra saber tu percepción y te agradezco enormemente que me aconsejes con tan buenas opiniones. Esa frase es increíble, ¡de verdad que así lo pienso!

- Perdona Ana, pero mi experiencia en la vida no ha sido como un camino de rosas, he muerto y resucitado muchas veces, pero hay que vivir con intensidad y debes pensar que no siempre todo lo que está a tu alrededor va a existir. Recuerda esto:

“Everything in life is temporary. So if things are going good, enjoy it because it won´t last forever. And if things are going bad, don´t worry. It can´t last forever either.”

(Todo en la vida es temporal. Así que si las cosas van bien, disfrútala porque no va a durar para siempre. Y si las cosas van mal, no te preocupe. No puede durar para siempre)

- ¡Uffff!- dije sin más, mirando el reloj.

  Peter me agarró suavemente la muñeca, fijando su mirada en la hora y me dijo de nuevo, una mediática frase:

- “No mires hacia atrás a menos que puedas sonreir, no mires hacia el futuro a menos que puedas soñar”

  Mientras giraba para salir por la puerta del showroom en el que nos encontrábamos con amable sonrisa nos dijimos un ¡hasta luego!, de gran complicidad, que me supo a gloria. Pero un repentino huracán proveniente de la apertura de la puerta hizo que mi cabeza girase y volviese a apreciar la silueta de dicho personaje.

- Peter ¿qué más me vas a decir?- dije sonriente.

- Llama a Lisa y confirma la asistencia para dos en el Royal Opera House, debes asistir al concierto de Rusia Romántica. Y voy a decirte qué traje debes de llevar puesto, maquillaje y peinado; avisa a tu acompañante para que no se descuide en el atuendo.

- Ja,ja,ja -solté una carcajada.

  Alcancé mi móvil y marqué sin titubear a Pablo, mientras el sonido de llamada marcaba, mi respiración se entrecortaba y es que puedo asegurar, que nunca antes me había sucedido algo así.

- Hola- me dijo con voz baja y algo nerviosa.

- Hola Pablo- dije con gran seguridad.

- ¿Te gusta la ópera?- pregunté antes de confirmar nuestra asistencia a dicho evento.

- Me encanta Ana, ¿has conseguido entradas para Rusia Romántica? 

- Sí- dije con gran afirmación- observo que estás totalmente al día de las carteleras y estrenos; así que si te parece bien, nos tomamos un té en algún histórico lugar de esta maravillosa ciudad y concretamos para esta noche,¿o.k.?

- Perfecto, pues ¿te parece bien que nos veamos a las cuatro y cuarto en el hall de tu edificio de oficinas?

- Sí, claro, abajo estaré a esa hora.

- Hasta dentro de un rato, Ana.

- Pues hasta luego, viejo amigo.

  Me levanté de mi asiento y me acerqué a los despachos de cada uno de mis colegas de equipo para comprobar que el trabajo salía para adelante sin problema alguno y es que, de los ingleses hay mucho que aprender, sobretodo en la rigurosidad y puntualidad de las fechas planificadas en los proyectos que se van ejecutando; pero, también ellos deben de aprender mucho del carácter español, y valorar los esfuerzos con celebraciones y no sólo con beneficios a final de año.

  Caminando por el pasillo escuché una voz varonil con toque humorístico que decía:

- Mrs. Fernández la necesito en vestuarios.- ahí estaba Peter, con su aire british del buen vestir hecho un pincel y queriendo convertirme en una gran reina.

- Soy toda tuya, Peter- dije sonriendo y con aires de grandeza.

  Los minutos transcurrieron con risas y diversión, ¡qué diferente es estar en el otro lado de la película!, que sugieran tu estilo o disimulen tus imperfecciones con colores, rayas verticales, cortes asimétricos, tejidos de gasas con gran caída, para alargar la figura, o vaporosos, con toque princesa y escotes de ensueño según el rostro de cada una. 

  Y es que no podemos olvidar el aspecto socioeconómico de la moda, de nombres históricos y revolucionarios del mundo textil, con una cronología en el tiempo, dónde según el vestir de la época reconoces la clase social o estamental de la persona que lo lleva. Mientras me probaba diseños de marcas, comenté con Peter los fabulosos bordados de los siglos XVI y XVII, en petos y jubones, los chapines o zapatos de plataforma, diseñados para que las damas no se mancharan las faldas de barro y algunos tenían una elevación sobre el suelo de unos 50 cms. Nos imaginábamos ambos en la corte de Luis XIII de Francia, yo describí a Peter vestido con un conjunto de jubón y calzas de satén de seda, valonas y puñetas de encaje con guantes largos bordados, un gran sombrero de ala ancha con pluma y botas acampanadas con vueltas de encajes de aspecto opulento, muy a la moda de la época parisina del siglo XVII. Mientras que Peter, me introducía por mi fisionomía en una moda neoclásica que se inspiraba en la sencillez de la Grecia y la Roma Clásicas; con un look de talle alto con corte imperio en tejido fino de tono claro, un juboncillo “Spencer”, chal de cachemira de dibujos de palmas de la región asiática y capota con flores silvestres de la campiña.


  Probándome un vestido vintage con zapatos de piel dorada, que recordaba a los años locos de la década de 1.920, me vino a la mente una mujer que admiro desde mis estudios de diseño, Madamme Gabrielle Chanel “Coco”, quién logró revolucionar la moda femenina con su “Little black dress” completado con ristras y ristras de collares de perlas; descubrió una silueta más libre y natural y convirtió en distinción una marca que se mantiene en el firmamento de la alta costura. Y siempre tengo presente que mi intensa dedicación al selecto mundo de la moda, me impide llevar una vida de pareja convencional, como le pasó a esta gran dama, quién se entregó, apasionadamente a sus experiencias amorosas. 

  Además, el día en que murió Coco, pues nací yo.

viernes, 12 de junio de 2015



Capítulo 2:   And where are they?



  Para un agradable y soleado día de Junio, recurrí a un pantalón pitillo blanco de Gucci con top de seda de print geométrico y chaqueta entallada con pespuntes de color camel, sandalias de piel de pitón de Michel Vivien a juego con un cinturón de hebilla dorada, un gran bolso tipo shopping de CH y gafas de montura metálica de Rayban, estilo muy urbano que se acompañaba de un gran anillo plata esmaltado en tono nácar. Cuando entré en la sala de reuniones, ya se encontraban todos sentados alrededor de la fabulosa mesa de madera de teka, de ambiente oriental, adquisición, por supuesto, de mi compañera de equipo Naomi, en una de esas múltiples pujas que realiza a subastas de galerías de arte. Y justo cuando me disponía a tomar asiento, me sorprendió un aromático olor a café, que procedía de la máquina expendedora del pasillo, e hizo que fuese directamente a servirme un espumoso café latte…Sentí como las miradas de todos los ocupantes de la sala se depositaban sobre mí y con gran desparpajo de mi acento andaluz-anglosajón les dije:

- ¡Buenos días a todos! Perdonar pero necesito un café…. ¿Os apetece uno?
- Sí , gracias – dijo Mrs. Cornish
- ¿Americano, latte, capuccino? ¿dígame cómo lo toma?

  Mientras, nuestra posible clienta, se expresaba, observé que Peter aterrorizado pulsaba el timbre llamando a una de las secretarias, y dignamente, se levantó y apartó mi sillón para que me sentase. Entendí que debía de comenzar esa reunión tan sumamente importante y que mi naturalidad mañanera, propicia de cualquier día de trabajo, estaba siendo poco protocolaria. Al entrar Lisa en la sala, dijo:

- Buenos días, ¿en qué puedo ayudar?
- Lisa, buenos días, por favor ¿podrías servir un café expreso a Mrs. Cornish?
- Sí, por supuesto, dijo Lisa.

  Abrí mi portafolio y tras un sorbo de ese suculento café, comencé estoicamente a hablar en un suave y agradable tono, para uno de los mejores discursos que magistralmente creo haber realizado.Les informé de estrategias y objetivos que juntos podíamos llevar a cabo, y valoré positivamente a “Vision Fashion Ltd.” empresa con la que, nos encantaría trabajar y realizar las colaboraciones oportunas. Y en uno de esos instantes, observé las miradas entrelazadas de mi publicista Clemente y el joven Bruce; gesto que hizo que me sonrojara y que diera unos silenciosos minutos, para que se restableciese un posible debate de un contrato o alguna cuestión, que se me hubiera ido de mis minuciosas anotaciones.Irrumpió el silencio, una bronca y tosca voz del súbdito de la Mrs. Cornish, Mr. Harrison, quién aterrizó su mirada en mis pupilas y argumentó lo siguiente:

< Mrs., Mr.: como representante legal de nuestra empresa y tras ser aceptada en Junta de accionistas extraordinaria su propuesta presentada el 15 de Mayo, para firmar un contrato de todos los servicios que “Royal Protocolare Ltd.” podría realizar para nuestra compañía, les proponemos fusionar las dos empresas y crear una macro compañía gestionada conjuntamente por Mrs. Cornish y ¿cómo no?, con el buen trabajo de Mrs. Fernández >

  Mr. Gless, algo sindicalista, aprovechó en preguntar si los trabajadores de las dos empresas se mantendrían en sus respectivos puestos, en caso de fusión y no dejó de mirarme con sus grandes ojos para saber qué pensaba yo con mi expresión facial.Me vi obligada a comentar que tal planteamiento lo tendría que exponer en una pronta Junta Extraordinaria y que nuestros abogados estudiarían la propuesta; y mirando a Naomi, le pedí que comprobara en mi agenda londinense, el próximo día disponible para una nueva reunión, y con sonrisa pícara dijo:

- Una posible fecha podría ser 28 de Junio, ¿qué opina usted Mr. Harrison?

  Y antes que éste dijese nada, la propia Mrs. Cornish afirmó con la cabeza, se levantó de la silla, y se acercó a estrechar su mano con la mía para susurrarme al oído y decirme:

- Espero que este acuerdo se lleve a cabo… ¡confío que así sea!

  La miré con gran satisfacción, y supe que era uno de los días en los que te despiertas y sabes, que algo bueno va a ocurrir. Me levanté de la silla y desconectada de los rumores y sugerencias de los que estaban presentes, me dirigí a mi despacho y conecté la radio de mi iphone poniéndome los auriculares cuando, y por casualidad, una canción me decía:


< Adelante por los sueños que aún nos quedan,
Adelante por aquellos están por venir,
Adelante porque no importa la meta
El destino es la promesa a perseguir….
ADELANTE >

  Mi cara era reflejo de una gran sorpresa emocional y una fascinación musical, un cóctel de expresión y un subidón de moral y autoestima, que ningún psicoanalista puede llegar a tratar; y ¡ahí estaba yo!… delante del gran ventanal que inundaba la sala con gran claridad, pensativa y evadida, mirando la rutina de las personas de la calle. Y de pronto, desde lo más profundo de mi interior, un grito de alegría dijo:


  Cogí el shopping bag de CH, cerré de un portazo la puerta de mi despacho y tras finalizar el pasillo, me introduje en el ascensor pulsando al botón del bajo. Al llegar a la planta segunda se paró y un joven despistado entró, y sin mirarme dijo:

- ¡Morning!
- Hola, buenos días – contesté en español.
- ¿Nos conocemos, no? – confirmó el joven en tono andaluz.
- Pero, ¿qué haces aquí? ¡qué alegría! – pregunté y atestigüé con cara de sorpresa.
- ¿Qué es de tu vida, Ana?- me saludaba mientras con su mirada observaba si el paso del tiempo había repercutido en mi cuerpo.
- Trabajo en este edificio desde hace tiempo, ¿y tú? – le pregunté.
- Yo viajo mucho, y ahora estoy llevando la gestión de una compañía que se ubica aquí. ¿Te apetece que te invite a un café? –preguntó moviendo la cabeza.
- Por supuesto que sí, hoy tengo el día libre y encantada de pasarlo contigo. – Le sonreí.

  Cruzamos la calle, a la vez que íbamos hablando cada uno de nuestra vida y de nuestras profesiones, y a la altura del número 103 Cannon Street , nos introdujimos en un exquisito y relajante bar del centro, con fachada de cuatro arcos de medio punto soportados en columnas de mármol, de un estilo muy mozárabe, All Bar One, cerca de la magnífica catedral de St. Paul. Al entrar nos sentamos en unos cómodos sillones con mesa central; el ambiente era muy selecto y frente a la barra, en las multitudinarias estanterías, se encontraban un sinfín de botellas de vinos de diferentes colores.

  Miré a mi desconocido amigo de colegio que hacía veinticinco años que no nos veíamos, y de reojo observé la extensa lista de vinos, cócteles y deliciosos cafés y tés, de rango muy universal, y dije:

- ¿Es hora de café o de un vinito? ,…porque en este sitio lo que apetece es una buena copa de vino con algún aperitivo.

  Respondiéndome:

- Pues si te apetece y crees que tienes motivos para brindar por algo…. ¡pedimos dos copas de vino!

  Con asombrado gesto afirmé:

- Sí…. por supuesto….hoy más que nunca tengo ganas de brindar y si me acompañas, ¡mejor!

  Un amable camarero nos trajo dos copas de vino blanco, Castillo de San Diego, de Bodegas Barbadillo con snacks de patatas y frutos secos, y es que la ocasión necesitaba que llevara el toque de nuestras raíces del sur de España. Al levantar las copas se observaba un tono amarillo pálido con reflejos verdosos que agradaba la vista, y tras un brindis, aprecié en el primer sorbo un aroma floral y afrutado, ligero de gusto y poco ácido. Me añoró un viaje a Sanlúcar de Barrameda para un curso de cata de vinos celebrado frente al maravilloso paisaje de Doñana. Y comencé a entablar una conversación con Pablo de lo más variopinta.

  Las horas transcurrían entre risas y recuerdos. Miradas que se compenetraban y a la vez, se ruborizaban. Gestos con gran complicidad y charlas amigables, con un toque transcendental por ambas partes, respuestas y recuerdos agradables que permitían sentirme con gran confort con este guapo amigo. Al principio las preguntas fueron ¿te acuerdas del viaje a Mallorca con el colegio?, ¿a qué te dedicas?, ¿dónde vives? …Pero, después, se produjo un interrogatorio “cotilla” por mi parte: ¿estás casado?, ¿tienes hijos?, ¿cuánto tiempo estarás en Londres?, no podía dejar de averiguar todo lo concerniente a su vida, había pasado veinticinco años y mi interés frenético por saber más y más, se acrecentó cuando Pablo me afirmó estar separado, aunque no divorciado; fue en ese momento, y no antes, cuando mi vejiga notó que el rebose iba a ser inminente, las copas de vino se llenaban como por arte de magia y, muy a pesar mío, me ausenté al baño y un leve mareo surgió en mi cabeza provocando un pequeño desequilibrio, fruto del alcohol del Barbadillo. 

  Alcé mi rostro al espejo comprobando que mi maquillaje se mantenía intacto y mientras lavaba mis manos, me puse a charlar a una reluciente y limpia superficie donde se observaba mi imagen:

- No recordaba yo a este chico así.Me acuerdo que era muy tímido, y… ¡es que está mejor que antes!, ¡uf!, parezco cual adolescente…

  Cuando salí, observé de lejos que Pablo estaba hablando por el móvil y parecía como si estuviera cancelando alguna reunión de trabajo. Con mirada fija sobre sus ojos verdes, recordé que no tenía su teléfono y que necesitaba que me lo diese. Yo no solía ser así, porque todo el que me conoce y mis amigas más que nadie, saben que medito mis acciones, mis pensamientos y hasta lo que voy a decir. Pero, está claro, que con la edad te vas haciendo más decidida, más segura, más valiente,… y ahí estaba yo…una cuarentona, especulando por la vida personal del chico que tenía sentado en frente. 

  Cuando colgó el teléfono, sonrió y de nuevo, comenzó una entrevista desesperada de saber, más y más, del de enfrente; recordamos juntos momentos vividos en clase, me desveló su vergüenza y timidez cuando nuestras miradas se cruzaban, y me confirmó mantener un libro de ciencias sociales con dedicatoria mía de fin de curso, que decía:

< Tu compañera de banca te desea:
¡Buen verano!
Incorregible y ruborizado amigo de pocas palabras>

-Ja,ja,ja… Me acuerdo. Y, ¿cómo puedes guardar ese libro?... ¡qué fuerte! – mi risa era constante y escandalosa.

  En ese momento, entendí cómo un amor de adolescencia no se olvida tan fácilmente, cómo marca una mirada o un escrito sobre un papel con renglones de tinta de poco significado. Me sentí culpable, a la vez que vacía y cruel. Debí dedicarle más tiempo, charlar con él, estudiar juntos, un cine,… ¡uf! Me faltaba tiempo para recuperar a ese gran amigo. Y con toda la naturalidad que me caracteriza dije:

- Dame tu móvil y te envío el mío en whatsApp.

  Mientras nos pasábamos los números, me aproximé hacia él aún más, pero en uno de esos instantes mágicos, que la vida nos concede, mi tímido amigo me acarició mi feliz rostro y con tan tierno gesto, aprecié que en su mirada había algo más. Fue acercándose poco a poco hacía mí y me susurró en el oído:

- “siempre, te he deseado

  Mi caótica mente recepcionó esas cuatro palabras y una coma, con excitación, alejé mi mejilla de la suya, a la vez que noté cómo los nervios se apoderaban en mi interior. Mi corazón palpitó a 200 pulsaciones como si estuviese haciendo jogging por Hyde Park y le insinué:

- Pero, ¡yo no soy de esas que se arrojan a los brazos del primero que se le acerca!, además, ¡no sabes nada de mí actualmente!

- ¡me alegro! – dijo Pablo- y que sepas, que muchos compañeros se derretían cuando tú caminabas por el pasillo y que eras una de las chicas más cotizadas de tan selecto colegio.- Afirmó con semblante picaresca mi confidente colega.

- Pero, déjame antes que te cuente algo.- dije mientras su dedo índice gesticulaba sobre mis resbaladizos labios signo de silencio.

  Decidí que el día había sido deslumbrante y que el “toque de queda” y retiro hacia mi piso, había llegado. Miré mi reloj, Maurice Lacroix con correa de caucho color gris plomo y contemplé, con cara de asombro, las horas que habían transcurrido desde nuestro encontronazo en el ascensor. Miré por los grandes ventanales de All Bar One y aprecié una llovizna que me molestó en una oscura noche; sin embargo, fue la excusa perfecta para decir adiós.

- Pablo, ¿has visto la hora qué es?, ¡debo marcharme!, tengo que preparar una importante reunión sin dejar ningún aspecto en el aire: protocolo social, económico y asesoramiento de imagen para un peculiar anfitrión. – dije a modo de excusa.

  Él me miró, y sin decir nada, levantó el brazo derecho haciendo un gesto al camarero de la barra para pagar. 

- Además… ¡está lloviendo! – volví nuevamente a hablar yo.
- Sí – afirmó Pablo, sin darle mayor importancia.

  Me ayudó a colocarme bien la chaqueta entallada con pespuntes de color camel y me embriagué de un perfume varonil que rápidamente reconocí porque fue siempre el usado por mi hermano Fran.

- ¿Hueles a Eou de Savage de Christian Dior?
Pregunté.

- Sí, desde hace años soy fiel a este aroma.
Contestó él.

- ¡Me encanta!, mi hermano mayor también se embriaga de ese perfume y ser fiel al mismo aroma hace que se identifique a las personas. Yo, sin embargo, soy super infiel a los perfumes, a los cosméticos, a prácticamente todo.

  Mientras dije con gran entusiasmo la frase final, me fui arrepintiendo de cada una de las palabras que formaban la oración en cuestión. Así que, comencé a sonrojarme y con gran desparpajo, dije:

- Bueno…a todo, todo, no soy infiel.

  Pablo me abrazó cariñosamente y me acompañó a cruzar la carretera. Para resguardarnos de la lluvia nos metimos en la boca del metro en la estación ubicada frente al bar. Nos miramos y un cariñoso beso en los labios surgió. Fue un sentimiento de adolescente que se penetró levemente por mis venas, pero reconozco que me gustó, y mucho. Me aparté lentamente y con tono leve y temblorosa voz le dije que me marchaba en taxi. Él quiso llevarme en coche, pero pensé que el día ya tenía un broche final perfecto y le pedí que me llamase pronto para volver a vernos de nuevo.

¡Adiós!, bye bye…

  Me introduje en un típico taxi inglés informando al conductor de mi dirección en el acogedor barrio de Chelsea. Miraba indistintamente por cada ventana, y sin ton ni son, me sentía flotando en una nube e incluso, llegué a pellizcarme varias veces para saber si era real todo lo que me había ocurrido. Conforme nos íbamos acercando al tranquilo entorno de mi idílico barrio plagado de zonas verdes, contemplaba sus coquetos parques y plazas. Pero mi confuso cerebro no podía pensar, y me custodiaba en mi intelecto que no le había hablado de mi vida, no podía ilusionarle, tenía que verlo y sobretodo, dejar varios temas claros y no esperar a saber: ¡qué me depararía el destino!

  Recordé un libro del poeta Pablo Neruda, “20 poemas de amor y una canción desesperada”, que tuve que leer a mis 16 años, y decía entre sus líneas:

Para mi corazón basta tu pecho,
Para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

  Me bajé precipitadamente del taxi y llamé desde el móvil a mi amiga Aldona, una estupenda chica londinense con la que mantengo contacto desde hace 15 años, y mientras, entraba en el zaguán del edificio, fui contándole cosas del trabajo, del beso de Pablo y del nerviosismo creado…me esforcé mucho para que me entendiese y comprendiera mis sentimientos. Ella, sólo sabía decirme:

- Oh…my God!

  Entré en mi piso, y me tumbé en el longchaisse junto a la ventana. La lluvia había finalizado pero las gotas de agua recorrían el cristal. Mi intelecto desbordado de sensibilidad, pasión, ternura y un sinfín de caricias afectivas, inexistentes en ese instante, pero reales por un sólo beso, hizo que respirara profundamente y naciera en mí un resurgir de vida que durante años lo había encubierto con mil sonrisas. Y allí estaba yo, evadiéndome de problemas y silencios, con una exuberante recarga de felicidad que el dinero no paga.




"La amistad puede convertirse en amor. El amor en amistad. . . Nunca" (Albert Camus)

miércoles, 10 de junio de 2015

HOLA, ES EL COMIENZO


Capítulo 1: WHO IS ANA?

Llegando el mes de Julio, mi memoria hace honor a los fantásticos recuerdos con mi hermana Marian, haciendo una macro maleta donde predominaban los pantalones fiorucci en todos sus tonos, junto con sandalias de cuero roja, altas cuñas negras, tops de algodón y sensuales vestidos florales de tipo lencero…un sinfín de abalorios y bolsos, para unas vacaciones familiares rodeadas de amigos, en alguna playa del sur de España o en algunas escapadas transoceánicas, de algún lugar remoto de cultura ancestral, con gastronomía de olores y glaucos cielos.
Y ahora, montada en el avión, mi mente se bloquea por un estresante mes de Julio: Semana de la Moda en París,  Bafta Brits to Watch en Los Angeles, MET Costume Institute en New York, Premios Hombres CQ en Madrid, Summer Party de Burberry en Londres….etc. Para todas ellas, un impecable modelo perfectamente estudiado: Emilio Pucci, Armani Privé, Alexander McQueen, Chanel, Elie Saab, etc  con zapatos y bolsos de Jimmy Choo, Louis Vuitton, Manolos….

Impensable para una estilista provinciana, como yo, que se ha hecho hueco entre las más famosas celebrities del mundo, gracias al esfuerzo y la perseverancia del trabajo. Afortunada por asistir a tantos eventos y fiestas, ha hecho de mi agenda un codiciado tesoro, e interrelacionarme con gentes maravillosas de  todos los status sociales y muy adineradas, que con algunas de ellas, mantengo una cordial relación gracias a las redes sociales. Sentarte en la front row de los desfiles de Paris, hace que tu nombre sea reconocido mundialmente, y tu móvil de última generación, no deje de recibir llamadas e invitaciones para otras partes del mundo. Famosas actrices me piden consejos para deslumbrar en las mejores fiestas. Trabajo, día y noche para que estén bellas y bellos, sobretodo cuando deben exponerse al público.

Aquellos que me conocen saben que mi constitución corporal siempre ha sido delgada, pero con formas (no he superado la báscula en 47 kg.) aún teniendo un vicio con el chocolate muy confesable, mi altura no es muy envidiable, 1,70 centímetros, pero fácilmente solucionable con unos altos tacones y mi rostro muy aniñado con un cutis muy saludable, de una maravillosa genética maternal y un finísimo pelo rubio ceniza, largo  y sin encrespamiento. Proporciones muy femeninas que ayudan y son necesarias, para tantas miradas puestas  en mí, a lo largo de los 365 días del año.
Dicen de mi estilo que es bohemia-chic y que llevo maxigafas de sol de Rayban tornasoladas en tono malva, Dior Glossy, perfume Chanel nº 5,  muchos collares, vestidos estilo túnica, vaqueros pitillo, chaquetas retro, camisetas básicas y bolsos carísimos de Louis Vuitton o Balenciaga. …¿Y qué puedo decir yo?, ¡si todo lo de arriba es cierto! Tendencia o no , es lo que me sienta bien, con lo que me encuentro cómoda y natural, algunos de los accesorios que incluyo en mis maletas viajeras son regalos de mis padres, hermanos o amigos, otras son obsequios de las firmas que me los envían como marketing para ellos, o por complacerme después de aceptar asistir a algunos de sus actos… ¡NUNCA pensé que mi estilo innato fuera tendencia! y mucho menos, que impactara tanto entre las jóvenes de medio mundo,  quienes lucen pelos largos y rubios, pieles bronceadas y uñas acrílicas en color coral energy. Me definen como una “it-girl”, Oh my God! … y ¿eso qué es?, un título casi nobiliario para algunas, y el único que a mis padres no les ha costado sudor alguno para pagarlo. Y eso es cierto: primero, en la universidad consiguiendo título de Administración y Empresa, especialidad en Marketing, y posteriormente los estudios de Diseño de Moda, Patronaje, Master en Estilismo y MBA en Vestuarios Protocolarios.
Días antes de salir rumbo a la vie rose Parisina, desde el aeropuerto de Heathrow, convoqué a todos mis colaboradores anglosajones en la sala de reuniones de nuestra filial londinense ~Royal Protocolare Ltd.~ ya que, nuestra empresa española se había expandido con gran acierto en los años de auge empresarial ; y allí estaba yo, intentando cumplir un objetivo de un importante contrato con una grandísima empresa de eventos llamadas “VISION FASHION Ltd.” encargada de fiestas celebrities, protocolos, cocktails, eventos publicistas, desfiles, cenas benéficas, salones internacionales, visitas institucionales…. Cuya gerente es Mrs. Cornish, encantadora yanqui de pelo rubio y ojos azules, preocupada, en todo momento, por su compostura, por su imagen y por seguir las últimas tendencias de la moda. Acompañada por sus dos fieles súbditos del bien vestir, Mr. Harrison y el joven Bruce, gay alocada que perseguía a uno de mis mejores publicistas de origen italiano, Clemente Vequia. Estrategia perfectamente estudiada para que se decidieran por contratar nuestros servicios, con gran experiencia en el sector y con empleados de C.V. intachables.

Mi booker, Naomi, una chica cubana de ojos verdes e incitadas curvas. La defino como la mejor de las Relaciones Públicas que conozco,…una trabajadora nata,  lleva mi agenda londinense al día, me confirma la citas previamente, contacta con los atelier de las firmas y acuerda con las tiendas más conocidas para que envíen las prendas con mi tallaje, y así, las luzca en los diferentes eventos a los que debo asistir. Es experta en pujas de subastas, donde compra vestidos vintage y joyas napoleónicas – tipo camafeos- que colecciono desde que heredé uno de mi bisabuela.

Como directora de finanzas, Cocó, cerebro de la compañía, fiel a sus decisiones emprendedoras y con su aire de mujer clásica, siempre con sus gafas caídas y cara de empollona,… está locamente enamorada de un trabajador de la planta octava de nuestro edificio de oficinas, sito en Cannon Street, City of London - Greater London-, señor divorciado con apariencia robusta, pelo blanquecino, economista y ex bróker de bolsa que escribe una columna en el periódico The Times.

Peter Gless, director de Moda: lo contraté hace un par de años, de gran prestigio, pero aún …no le veo su confianza depositada en mí; su aire de grandeza, tipo SIR, y su lengua viperina hacen de él,  una especie  que para muchos, haya que extinguirlos; sin embargo, aprovecho sus multitudinarias convocatorias, sus “fabulosas” relaciones con modelos de su anterior trabajo y su gran creatividad para enfoques publicistas con un equipo puesto en sus manos, de cazatalentos, shoppingneros, ayudantes de vestuario, …etc.
Clemente, mi publicista italiano, anteriormente nombrado, es un apuesto joven deportista, muy profesional en su materia y con un porte aristocrático de las casas más nobles italianas.

Lisa, una gran secretaría y confidente diaria en lo que respecta al tema laboral. Con sus 54 años es amable, comprensible y toda una madre para el departamento de dirección.


Cada uno establece un pilar fundamental para que la actividad económico-empresarial no deje de funcionar y esté interrelacionado con los demás departamentos. Es una estructura piramidal y, como en todos los trabajos, es puro cotilleo. Todos queremos saber algo de la vida del que está sentado junto a nuestra mesa, y ¿cómo no? de la de los jefes. No sólo nos intriga si gana más o menos que nosotros; también, queremos saber sus aficiones, sus ideologías, sus problemas,… y por supuesto, si eres un personaje público conocer qué hay de verdad en lo que dicen las revistas del corazón.